Las perseas, de toda la vida de Dios, han sido medallas y los españoles no las veíamos casi nunca [aquí mi homenaje a Paquito Fernandez Ochoa, gracias al que una mañana nos levantamos y supimos que un españolito, de Madrid, además, había ganado una medalla de oro y nosotros ignorábamos hasta que existieran unos juegos de invierno y menos que existiera Sapporo] y los pecios eran barcos hundidos y punto. Por eso me gustan las palabrejas, porque las redescubro cada cierto tiempo.
Pero dejemos las palabras, hoy otro madrileño se lleva una medalla, esta vez de bronce, y como tiene también su importancia, pues es de las que no se esperan, lo traemos al blog.
Por cierto a mi madre le he tenido que explicar que el chaval es buena persona, y que el mensaje de su indumentaria, Abajo España, eran su apellido y su país... y nada más, que enseguida nos liamos.

Enhorabuena, Pirri.